Un año más y estamos en la fecha que tanto aterra a los novios primerizos. No, no hablo de la de conocer a los padres de él/ella (que también asusta). Hablo de San Valentín.
San Valentín es una fiesta que, como todo el mundo sabe, se la inventaron las tiendas (y en concreto una cuyo nombre empieza por ‘Wal‘ y termina en ‘Mart‘) lo que ha servido desde entonces para que ratas de toda clase se ahorren dar regalos con el pretexto de no depender de una fecha impuesta para fomentar el consumismo. Claro que esas mismas ratas después no andan por ahí diciendo “Mirá, hoy vi este juego de collar y chapas en ReciklArte y me acordé de vos” un 13 de marzo. Así que ratas, no me jodan.
Eso sí, hay ciertas pautas a la hora de celebrar San Valentín. Lo primero sería la cena. La cena es obligatoria. Es más, casi diría que, como no haya cena, te podes ir despidiendo de todo. Pero tampoco una cena normal. Olvídate de una hamburguesa de Matrix o una pizza grasosa. Aunque a tu chavala le guste la comida basura, hoy en la noche toca algo elegante. Si las servilletas son de papel, vas mal. Si hay velitas, vas bien. Y así todo.
Otra cosa es el regalo. El regalo tiene que ser romántico. Pero romántico de que te cagas. Tiene que ser una cosa tan cursi como para hacer vomitar a un osito cariñosito. Algo que haga que “Mi pequeño pony” parezcan las bestias en las que vienen montados los cuatro jinetes del Apocalipsis. Cuanto más rosado, con más corazones, y con más lacitos, mejor. Puede ser que hayas visto un conjunto super obsceno – plan porno en un sexshop y te morís por regalárselo, pero hacedme caso, hoy no es el día. Eso mejor para el cumpleaños. O incluso en navidad, que hay cosas bien navideñas. Ahora, para San Valentín, no es el caso. Por supuesto también hay que descartar electrodomésticos (una plancha ni se te ocurra, que el daño te lo vas a ocasionar vos mismo), aparatos para depilar y en general cualquier cosa con utilidad práctica. Si lo ves y pensas “Esto me gustaría que se autodestruyera a los veinte minutos de regalárselo” es perfecto.
Por último está el tono. Acordate de ser cursi todo el tiempo. Este es el megabacanal de la cursilería. Tenés que ser romántico nivel: Clint Eastwood te daría palo hasta por debajo de la lengua si te viera. Si te parece queJohn Wayne se está revolcando en su tumba, vas por buen camino, segui así.
Y luego ya, te la llevas a alguna parte y rematas la fiesta cogiendo fornicando salvajemente, que es como se celebran estas cosas. Ahora, eso ya casi diria que lo hagas normal, que lo de hacer el amor* esta bien en las pelis, pero a las mujeres lo que les gusta es que se las cojan, forniquen, amen, digan lo que digan.
Bueno, que conste que todas estas recomendaciones son para pollos esferoidales empacados al vacío una novia estándar con gustos estándar. Si por alguna casualidad tu novia es una motociclista llena de tatuajes o una gótica adoradora de Satanas, es posible que esto no te funcione bien. Ahora, también te digo que hasta las “Yumas” mas rebeldes se enternecen un poquito con un peluche y una cena con velas por muy indiferentesque sean…
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