Aunque en parte es cierto que en la actualidad soy un hombre sabio en el ocaso de la vida, no es menos indudable que una vez fui un chavalo tonto y moderadamente atractivo. Entonces yo no lo sabía, claro (porque era tonto) pero esta combinación es imposible de resistir para las mujeres.
Por suerte para mi armonía mental, en aquellos tiempos (fines de la edad media, principios del renacimiento) las mujeres no acostumbraban atacar a los hombres. Seguramente ahora no podría salir a la calle sin que una adolescente me pregunte “¿Querés comprobar para qué me puse un piercing en la lengua?” dejándome extremadamente perturbado (lo que pasa es que soy tímido), pero en aquellos tiempos esos modos no eran habituales. A pesar de eso, tengo que decir que en un par de ocasiones, mujeres se acercaron a mí con intenciones sospechosas.
La que imitaba a Kiko. Bueno, tengo que decir en su defensa que era un chatelito. Todo el mundo imitaba a Kiko. Excepto seguramente yo, que soy el peor imitador de América Latina. Bueno, eso y que Kiko no me parecía gracioso (ahora es tuani porque es retro). En ese orden de cosas, ver a una chavala que cada vez que coincidía conmigo gritaba mi nombre (Rich… abriendo la boca con los cachetotes desinflándosele gradualmente) digamos que no me aumentaba la libido. En serio, creo que ni Rachel Bilson resulta sexy haciendo algo como eso.
La que se lo dijo a mi madre. Esto fue mucho antes, yo era prácticamente un chavalito, pero admito que a día de hoy me parece gracioso. Poco, eso sí. Entrar en la sala de mi casa y decirle que yo estaba “bien guapo y bien bueno” (además, no era cierto… tengo fotos que lo demuestran) a lo mejor le pareció buena idea, pero no fue un buen plan. Solo sirvió para que mi madre se riera de mí por una larga temporada.
La que me dijo “a mi amiga le gustás” en el antro donde trabajé dos o tres días. Y ahí ya no era un chavalito. En serio ¿por qué las mujeres hacen eso? Creo que mi respuesta fue “¿Y qué paso, no tiene lengua? Pues empezamos bien…“, si eso me sucediera hoy diría algo así como “Tiene doce años, ¿verdad? Pues lo siento, no soy sacerdote“
La que me hizo una llamada anónima(mientras mi novia estaba de viaje). La verdad es que no me lo creí del todo. Pensé que era una trampa montada por una amiga de mi novia. Yo es que así soy, si una chavala mira en mi dirección lo primero que hago es voltearme para ver a quien mira, nunca me creo estas cosas. De todos modos tengo que decir que si una mujer no está lo bastante segura de sí misma como para abordarme en 3D (en persona pues… es que con esto de las redes sociales), es poco probable que fuera a una cita a ciegas con ella. A mí, lo que pasa es que me gustan las mujeres con carácter.
La que me impidió hacerme barba porque me dijo que estaba mejor sin ella (que ni de coña me la haría lo dije por decir nada más). Bueno, esta me conquistó, solo quería mencionarlo porque me encantó. No tuvo más que tomarme de las mejillas y decir “así mejor“. Tampoco sabía decir mucho más, la pobre, porque era de habla germana y tenía un castellano bastante penoso. Seguro les hablo tangencialmente de ella en otra entrada. A esta chavala todavía tengo que agradecer una pronunciación que hace que parezca que sé alemán.
La que me invito a andar en bicicleta. Solo para que no parezca que todas de antes de que se inventara la penicilina pongo una de hace como dos días. Por motivos que no vienen al caso requerí la asistencia de mi Vale para un asunto. Con otras cosas no, pero yo agradecido soy bastante por largo rato, luego de eso la llevé por ahí aprovechando que hacía buen clima a tomar un café.
Casualmente encontramos con unos amigos de ella de una de sus variadas actividades sociales. Les diría cuál, pero la verdad es que no escucho todo lo que me dice, así que no lo sé, es que habla todo el tiempo y claro, uno desenchufa. Pero no eran unos amigos de edad avanzada como sería lógico esperar, sino un chavalo con aspecto de no trabajar regularmente (por no necesitar el dinero, no por estar en el desempleo) y una chavala con aspecto de dedicarse profesionalmente al fitness (al final resultó ser maestra de pre-escolar), ambos de unos veinte y tantos y en ropa de pasear por la playa (que para los que no lo sepan, es parecida a la del gimnasio, pero de marca y sin sudar). Después de un rato de platica en el que hubiera deseado que el café se convirtiera en gaseosas de litro, boquitas y/o pizza, llegué a la conclusión de que su relación era de amistad (desconozco de con qué nivel de intimidad, aunque sospecho que el broder era un poquito gay) y no de querinovios como insistía en decir la vale (ella es mucho de decir cosas que agarran fuera de base a la gente. Se lo preguntó directamente “¿Ustedes son querinovios, verdad?” ante mi vergüenza y su carcajada). Al cabo de un rato, no sé bien como, salió el tema de andar en bici (seguro yo he dicho que sabía andar en bici, no creo que le haya dicho que lo hago habitualmente… ) y a la chavala le hicieron falta segundos para pedirme el teléfono para la próxima vez que salga por ahí y avisarme. Pues vean, yo se lo di, pero hombre, si una chavala me conoce y me invita a salir en bici en lugar de invitarme a una cerveza es que me está confundiendo con otro. Claro, que ahora que lo pienso, me sacó el teléfono ahí con la vale en frente, que tiene su mérito. De verdad, la gente está desatada, yo ya no sé…
Por suerte para mi armonía mental, en aquellos tiempos (fines de la edad media, principios del renacimiento) las mujeres no acostumbraban atacar a los hombres. Seguramente ahora no podría salir a la calle sin que una adolescente me pregunte “¿Querés comprobar para qué me puse un piercing en la lengua?” dejándome extremadamente perturbado (lo que pasa es que soy tímido), pero en aquellos tiempos esos modos no eran habituales. A pesar de eso, tengo que decir que en un par de ocasiones, mujeres se acercaron a mí con intenciones sospechosas.
La que imitaba a Kiko. Bueno, tengo que decir en su defensa que era un chatelito. Todo el mundo imitaba a Kiko. Excepto seguramente yo, que soy el peor imitador de América Latina. Bueno, eso y que Kiko no me parecía gracioso (ahora es tuani porque es retro). En ese orden de cosas, ver a una chavala que cada vez que coincidía conmigo gritaba mi nombre (Rich… abriendo la boca con los cachetotes desinflándosele gradualmente) digamos que no me aumentaba la libido. En serio, creo que ni Rachel Bilson resulta sexy haciendo algo como eso.
La que se lo dijo a mi madre. Esto fue mucho antes, yo era prácticamente un chavalito, pero admito que a día de hoy me parece gracioso. Poco, eso sí. Entrar en la sala de mi casa y decirle que yo estaba “bien guapo y bien bueno” (además, no era cierto… tengo fotos que lo demuestran) a lo mejor le pareció buena idea, pero no fue un buen plan. Solo sirvió para que mi madre se riera de mí por una larga temporada.
La que me dijo “a mi amiga le gustás” en el antro donde trabajé dos o tres días. Y ahí ya no era un chavalito. En serio ¿por qué las mujeres hacen eso? Creo que mi respuesta fue “¿Y qué paso, no tiene lengua? Pues empezamos bien…“, si eso me sucediera hoy diría algo así como “Tiene doce años, ¿verdad? Pues lo siento, no soy sacerdote“
La que me hizo una llamada anónima(mientras mi novia estaba de viaje). La verdad es que no me lo creí del todo. Pensé que era una trampa montada por una amiga de mi novia. Yo es que así soy, si una chavala mira en mi dirección lo primero que hago es voltearme para ver a quien mira, nunca me creo estas cosas. De todos modos tengo que decir que si una mujer no está lo bastante segura de sí misma como para abordarme en 3D (en persona pues… es que con esto de las redes sociales), es poco probable que fuera a una cita a ciegas con ella. A mí, lo que pasa es que me gustan las mujeres con carácter.
La que me impidió hacerme barba porque me dijo que estaba mejor sin ella (que ni de coña me la haría lo dije por decir nada más). Bueno, esta me conquistó, solo quería mencionarlo porque me encantó. No tuvo más que tomarme de las mejillas y decir “así mejor“. Tampoco sabía decir mucho más, la pobre, porque era de habla germana y tenía un castellano bastante penoso. Seguro les hablo tangencialmente de ella en otra entrada. A esta chavala todavía tengo que agradecer una pronunciación que hace que parezca que sé alemán.
La que me invito a andar en bicicleta. Solo para que no parezca que todas de antes de que se inventara la penicilina pongo una de hace como dos días. Por motivos que no vienen al caso requerí la asistencia de mi Vale para un asunto. Con otras cosas no, pero yo agradecido soy bastante por largo rato, luego de eso la llevé por ahí aprovechando que hacía buen clima a tomar un café.
Casualmente encontramos con unos amigos de ella de una de sus variadas actividades sociales. Les diría cuál, pero la verdad es que no escucho todo lo que me dice, así que no lo sé, es que habla todo el tiempo y claro, uno desenchufa. Pero no eran unos amigos de edad avanzada como sería lógico esperar, sino un chavalo con aspecto de no trabajar regularmente (por no necesitar el dinero, no por estar en el desempleo) y una chavala con aspecto de dedicarse profesionalmente al fitness (al final resultó ser maestra de pre-escolar), ambos de unos veinte y tantos y en ropa de pasear por la playa (que para los que no lo sepan, es parecida a la del gimnasio, pero de marca y sin sudar). Después de un rato de platica en el que hubiera deseado que el café se convirtiera en gaseosas de litro, boquitas y/o pizza, llegué a la conclusión de que su relación era de amistad (desconozco de con qué nivel de intimidad, aunque sospecho que el broder era un poquito gay) y no de querinovios como insistía en decir la vale (ella es mucho de decir cosas que agarran fuera de base a la gente. Se lo preguntó directamente “¿Ustedes son querinovios, verdad?” ante mi vergüenza y su carcajada). Al cabo de un rato, no sé bien como, salió el tema de andar en bici (seguro yo he dicho que sabía andar en bici, no creo que le haya dicho que lo hago habitualmente… ) y a la chavala le hicieron falta segundos para pedirme el teléfono para la próxima vez que salga por ahí y avisarme. Pues vean, yo se lo di, pero hombre, si una chavala me conoce y me invita a salir en bici en lugar de invitarme a una cerveza es que me está confundiendo con otro. Claro, que ahora que lo pienso, me sacó el teléfono ahí con la vale en frente, que tiene su mérito. De verdad, la gente está desatada, yo ya no sé…
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