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¿Alguna vez habéis tenido esa sensación de perderse en el fondo de un mar gigantesco, sintiendo tu cuerpo a la deriva, arrastrado por las fuertes olas? ¿Han sentido esa desesperación, ese nudo en la garganta, mientras notans como se hunden en el fondo? ¿Ese deseo de que los rescataran lo antes posible de ahí? ¿De ver como una mano os arrastra hasta la superficie de nuevo?
Pues yo sí la siento. Pero sé que esa mano no aparecerá. Que de lo único que dependo para sobrevivir y salir a la superficie soy yo mismo y las fuerzas que me queden.
Una lección más.
-Anoche volvió a venir y me rasgo como un papel. Me abrió como una flor lacerante... y me gusta. Se hundió dentro de mí y me prendió fuego, como siempre hace. Me hizo arder desde las entrañas.
-¿Cómo supiste que era el Diablo?
-Sé que piensa que estoy hablando de mi padrastro. Usted no cree en el Diablo.
-De acuerdo, hablemos de tu padrastro.
-Ya sabe lo de mi padrastro. Sabe que le corté el cuello. Le partí la... nuez en dos de la misma forma que se abre una fruta un día de verano. Para que no dijera una palabra. Me senté a su lado y le ví morir. Lentamente. Era la única manera de ayudarle a parar.
-¿A parar qué?
-¡A parar de violarme! No me está escuchando.-Sí que te escucho.-No, no me escucha con el corazón, sólo con el cerebro. Su problema es el cerebro. No tiene ni idea de lo que se siente cuando no confían en ti.-Tú tienes que confiar en mí.-No se puede confiar en alguien que cree que estás loca.
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