Acabo de encenderme un Marlboro Ice Mint. Siempre que me fumo un cigarro en casa lo enciendo con cerillas. Me parece más romántico. Ahora suena “Cadillac Solitario” de Loquillo en directo, de cuando teloneó a los Who. Qué grandes los dos.
Llevo un rato conectando recuerdos; saltando de uno a otro de forma desorganizada y melancólica. Hablo mientras con alguien por el messenger y ni entiende lo que le cuento ni a mí me importa que no lo entienda. Al menos ya no. Durante unas décimas de segundo la palabra “asco” ha revoloteado por encima de mí. Es el precio que se paga por contar un recuerdo a oídos inadecuados.
Antes de escuchar a Loquillo, escuchaba a Otis Redding con “The dock of the bay” y luego el mismo tema pero en manos de Pearl Jam. Y he recordado a Sarah, con quien tuve una historia tumultuosa y arrolladora. La segunda vez que nos vimos, le regalé un Súper Coco de peluche -con capa y todo- y una cinta de casette en la que por una cara había escrito “Wild Side” y “Sweet side” en la otra. La tercera cita fue en su ciudad y podría resumirla en 3 palabras: baño-corsé-colacao.
Antes de acordarme de Sarah, pensaba en las chicas. Recordaba la primera vez que una me besó y la primera vez que yo besé a otra. Pensaba que cuando he besado -y me han besado- chicas, jamás ha habido un componente romántico; siempre fue cuestión de química y piel, de un momento de subidón de adrenalina y de no importarme nada. De sentir el morbo y el deseo bajo esa piel, la lengua y los dientes. De disfrutar de esos besos intensos mientras éramos conscientes de que el resto del pelaje nocturno nos estaba mirando. Al fin y al cabo, a todos nos gusta mirar y que nos miren…
Antes de acordarme de las chicas, pensaba en que nadie hablará de mí cuando desaparezca, pero que al menos todo lo que he escrito en mis blogs quedará flotando por ahí a la espera de ser descubierto por algún perdido del mundo pixelado. Si te mueres y no tienes familia ni similares, quién te da de baja en la compañía telefónica o del adsl? quién se queda tu coche? y tus gatos??? y, sobre todo, quién se apropiará de mis libros??? Últimamente no sé qué me pasa, que esas ideas me rondan un par de veces a la semana. No que piense específicamente en ellas, sino que algo o alguien dice o hace algo que me hace recordarlo.
Creo que no me importa pasar por este mundo sin dejar huella. Sé lo que es añorar de forma desesperada y dolorosa a alguien que ya no está. Y no sé si realmente quiero que alguien sienta eso por mí. No le quiero doler a nadie. Aunque si me paro a pensarlo despacio, quizás nadie llegue a quererme tanto como para sentir eso más allá de un simple recuerdo tipo “ah sí, te acuerdas de Richard ese chico que…”.
Si yo le digo a alguien que le estoy recordando, le estoy diciendo que le estoy volviendo a pasar por mi corazón.
Recordar del latín re, “de nuevo” y cordis, “corazón”. Volver a pasar por el corazón.
Y ahora he recordado la película León El Profesional, por las primeras escenas de Natalie Portman, cuando llega a la casa y viendo el tema decide llamar a la puerta de León. Es decir, he recordado lo que es tomar decisiones drásticas que te cambiarán la vida con tan sólo 7 años. Y he recordado también el temazo de Sting que cierra la película; ah, y acabo de recordar también por qué tenía guardado el video en mis favoritos de Youtube…
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