Decía Paulo Coelho que él no tenía miedo a las dificultades: lo que le asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros. Hasta aquí coincido con él y siempre digo eso de “elegir es rechazar”. El problema viene cuando no quieres elegir un camino que te proporcione nuevas sensaciones; el problema aparece cuando quieres finalizar algo y no sabes cómo.
Que sí, que no deja de ser otra elección, no? “O finalizo esto o lo sigo manteniendo”. El quid es que quedarse no aporta ni nada nuevo ni nada más, y finalizar es eso. Punto y aparte. Creo que, en general, pecamos de estirar demasiado la goma. Y eso no es bueno. Pero -también en general- preferimos una lenta agonía a un corto pero duro final. Es lo que yo llamo el “y si”: “y si esto/él/ella/eso cambia”, “y si lo dejo pasar”, “y si no hay nada/nadie mejor”, “y si…”.
Es curioso que cuando pensamos en “final” siempre lo enfocamos a algo negativo y doloroso. Casi nunca asociamos a renovación o a un nuevo comienzo. Una pena.
Y ahora, mientras me tomo el 2º 7up de la noche y el primer cigarro de lo que creo va a ser una larga madrugada, suenan varias canciones en el Itunes. Cuando escucho música siempre tengo al lado una libreta porque voy gabarateando algunas de las palabras o frases de las canciones. En este momento suena el “Long way down” de Timbaland y tengo que pestañear rápidamente varias veces para poder terminar el post.
Ya no hace tanto calor. Hasta el verano se acaba. Me gustaría vivir en una casa en Islandia o La Toscana. Solo. Hasta el final. Claro que, cuando pienso en eso, siempre termino con la misma pregunta: ¿quién me va a enterrar a mí?.
Alice came to the fork in the road…
“Which road do I take?” – Alice asked-
“Where do you want to go?”
“I don’t know”- Alice answered-
“Then” – said the cat – ” it doesn’t matter”
“If you don’t know where you are going, any road will get you there.”
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