Has cumplido los veintitantos. Te has sorprendido a ti mismo alegrándote de que en el concierto nostálgico al que vas haya asientos. Tu Facebook lleva un tiempo colonizado por fotos de bebés. Miras como lo baila todo el inspirador borrachín de 30 del bar mientras piensas que todavía hay esperanza para ti. De repente te gusta comer, te gusta tanto que se convierte en tu principal fuente de excitación. Ah, y por supuesto las resacas ya hace tiempo que duran dos días y empiezan a pisar dolorosamente la frontera de los tres. Es ese momento áspero en que te preguntas por primera vez que hacían tus padres a tu edad. Y sí, tenían un trabajo fijo, una casa y hasta varios churumbeles, tú incluído. A cambio, tienes las cosas más claras, no te importa demasiado lo que piensen los demás y, con un poco de suerte, has llegado a esa edad cuasi redonda sin novia. Y ahora te explico por qué es una suerte. 1. Duermes por dos. Damos por sentado que si lo has hecho bien has llegado a los veintitantos...